Historia de una empresa familiar
Todo empezó en Zaragoza, con un joven que dejó atrás su pueblo en Navarra para buscar una vida mejor. Ernesto Bayona Navarro era ese chico que repartía hielo con su bicicleta.
Su sueño, tener su propio negocio.
En los años 60, inició su andadura en el sector cárnico con dos puestos propios en el Mercado Central de Zaragoza; y un poco más adelante, creó su propio almacén con mucho esfuerzo.
Su curiosidad y ganas de aprender le empujaron a emprender un nuevo camino, comenzando a secar sus propios jamones en el año 1976 con la marca “Jamones Bayona”.
A finales de los 70, se trasladó a Encinacorba a continuar con su sueño. Este lugar era idóneo para su proyecto ya que contaba con un clima y una altura privilegiado para este fin. Ahí empezó la historia de “Jamones de Encinacorba”.
Su interés por conocer este mundo en profundidad y elegir el mejor producto para su idea, le llevó a montar una granja de cerdas madres. En este tiempo aprendió todo lo necesario para hacer de su producto una marca de confianza.
De finales de los 80 hasta el 2000, y ya con la ayuda de sus hijos, el secadero de “Jamones de Encinacorba” inauguró 2000 metros cuadrados de naves dedicadas al secado natural del jamón de cerda.
Hoy en día, seguimos por la misma senda que nuestro padre inició, teniendo siempre en cuenta su filosofía: materias primas de la máxima calidad y proceso natural de curación.
“Quién no sabe de dónde viene, no sabe a dónde va”